Cada mes, cientos de niñas y niños enfermos ingresan en la unidad de cuidados intensivos del departamento de pediatría del Hospital Regional de Herat, que cuenta con el apoyo de Médicos Sin Fronteras (MSF), y en el centro de alimentación terapéutica para pacientes hospitalizados gestionado por MSF. La mayoría sufren desnutrición grave y luchan por su vida. A pesar de las dificultades que enfrentan las niñas y niños para acceder a la atención médica en Afganistán, ver a las y los pacientes recuperarse brinda esperanza a nuestros equipos.
"No tenemos nada para comer".
El sistema de sanitario amenazaba con colapsar tras el cambio de poder. “Ya estaba sub financiado y dependía de la ayuda internacional. De repente, esta ayuda ya no existía”, dice Köbe. Aunque se ha restablecido la ayuda financiera internacional al sistema de sanitario, es menor que antes, no financia todas las instalaciones de salud y solo se comprometió hasta junio. Lo que ocurra después es incierto. Muchas instituciones estatales ya no pueden pagar los salarios del personal o los costos de funcionamiento. "La población también tiene que pagar los medicamentos y los materiales, como las agujas de infusión y las compresas", dice Köbe. "La mayoría de ellos no son capaces de hacerlo".
Los pacientes se quintuplicaron
Cuando el sistema de salud estaba en su punto débil, MSF contrató a más personal médico para su clínica ambulatoria para mujeres embarazadas, niñas, niños y personas con enfermedades no transmisibles en Kahdestan, un suburbio de Herat, en septiembre de 2021. Cada vez acuden más personas, y el equipo a veces trataba hasta 200 pacientes al día. En octubre, MSF instaló contenedores para disponer de camas adicionales en su centro de alimentación terapéutica para pacientes hospitalizados. En diciembre, MSF también comenzó a brindar apoyo a la sala de emergencias y la unidad de cuidados intensivos del departamento de pediatría del Hospital Regional de Herat. En las primeras semanas desde que comenzó el apoyo de MSF, el número de pacientes incrementó cinco veces en comparación con el año anterior: "En este momento tenemos a 50 niños en 20 camas", dice Köbe.
Hasta tres niños por cama
La sala es muy concurrida y ruidosa. “Hay dos niñas o niños en la mayoría de las cunas, y a veces tres. Sus madres se quedan a su lado todo el día y duermen junto a sus hijas e hijos en sillones plegables por la noche”, dice Köbe. El equipo hace lo que puede. Las y los médicos estabilizan a niños y niñas, tratan sus infecciones y les proporcionan leche terapéutica hipercalórica hasta que recuperan sus fuerzas. "Es increíblemente estresante, experimentamos grandes dificultades todos los días. Pero también tengo la buena sensación de que juntos como equipo les estamos dando una oportunidad a las niñas y niños".
Nyayesh se está riendo de nuevo
El tratamiento de Nyayesh muestra la importancia de la atención médica, el personal capacitado y los suministros suficientes. Después de otro día en coma, Nyayesh finalmente despierta. Se está recuperando, ya no necesita oxígeno a través de un tubo y es amamantada nuevamente.
El progreso de Nyayesh le da esperanza al equipo, aunque la preocupación por su futuro se mantiene. “Nyayesh puede vivir con su defecto cardíaco. Pero sus posibilidades de mantenerse sana serían aún mejores si pudiera ser operada”, dice Köbe. Pero en Afganistán, es difícil obtener tratamiento para su condición. Sin embargo, Köbe se mantiene confiada. “El alimento terapéutico fortalece a Nyayesh y su sistema inmunológico. Ahora su cuerpo puede enfrentar mejor a las infecciones. Hubo un momento en que acudí a verla por la mañana cuando realizaba la ronda. Se sentó en el regazo de su madre y se rió de mí. Fue entonces que supe que ya había superado lo peor".