Jamal, kurdo iraní: “Estoy cansado de correr todo el tiempo”

©My name is Jamal and I am 49 years old. I am Kurdish from Iran, but for 12 years I lived and worked as a university professor in Erbil, Iraq after I fled my home country because of my activism. I have a wife, Zahra, in Iran, and my two grown children live in Germany. They are 25 and 20 years old. I fled Iran in 2005, after the authorities there imprisoned me because of my political beliefs. The regime threatened my wife, telling her that either she convinced me to return to the country — so I could be thrown back into jail — or she would lose her job. I decided the only way out for her was for us to divorce, even though in my heart she is still my wife and we still love each other very much. Even in Iraq my safety wasn’t guaranteed. In 2016, Tehran asked the Kurdistan regional government to deport me, reporting the fact I’d been arrested many times in Iran since 1984. I really had nowhere else to go but Europe. Turkey, as you know, isn’t a safe country for Kurds. I came here to Samos in September 2016, feeling like a bird freed from its cage. But ever since then, I’ve been waiting for permission to go to Athens. I had been dreaming of living the rest of my life in a country where human rights are respected, where there is democracy. But less than 24 hours after I arrived in Greece I knew it was a pipe dream, and that I had simply gone from one cage to another. I live in a tent now, for one person. Inside, I have my clothes, a heater to keep me warm and to heat up my bread, and a toy that reminds me of my children. I also keep all my dreams and memories with me, in my mind. One could call Samos the most beautiful jail in the world. It’s a lovely island, the weather is beautiful. But that’s only for tourists. For us, Samos is a detention centre. I wish people would understand: no one leaves his country for a packet of juice and a biscuit. We’re going to be stuck here for months. I can’t go back, but I am not allowed to move forward either.

“Acabo de pasar de un exilio a otro. Sueño con reunirme con mi familia un día. Estoy cansado de correr todo el tiempo.”

Jamal huyó de Irán a Irak, pasó por Turquía y cruzó el Egeo para llegar a Europa. Lleva siete meses atrapado en la isla de Samos, en Grecia. Aquí nos cuenta su historia.
 
"Mi nombre es Jamal y tengo 49 años. Soy kurdo iraní, pero desde hace 12 años he vivido y trabajado como profesor de universidad en Erbil, Irak, después de huir de mi país natal debido a mi activismo. Tengo una esposa, Sahra, en Irán, y mis dos hijos viven en Alemania. Tienen 25 y 20 años.
 
Hui de Irán en 2005, después de que las autoridades me arrestasen debido a mis opiniones políticas. El régimen amenazó a mi esposa. Le dijeron que si no me convencía para volver al país – donde podrían volver a meterme a la cárcel – podría perder su trabajo. He decidido que la única manera de solucionarlo es divorciarnos, aunque en mi corazón ella sigue siendo mi mujer y nos sigamos queriendo.
 
Tampoco en Irak tengo la seguridad garantizada. En 2016, El Gobierno de Teherán pidió a las autoridades de Kurdistán que me deportasen, alegando que desde 1984 he estado muchas veces bajo arresto en Irán. No tengo ningún lugar al que ir excepto Europa. Turquía, como sabéis, no es un país seguro para los kurdos.
 
Llegué aquí a Samos en septiembre de 2016. Entonces me sentía como un pájaro liberado de su jaula. Pero desde entonces, llevo esperando el permiso para ir a Atenas. He soñado toda mi vida con un país donde se respeten los derechos humanos, donde haya democracia. Pero en menos de 24 horas después de llegar a Grecia me di cuenta de que era una quimera y que simplemente había viajado de una jaula a otra.
 
Ahora vivo en una tienda para una persona. Dentro, tengo mi ropa, un radiador para mantenerme caliente y para calentar mi pan, y un juguete que me recuerda a mis hijos. También guardo todos mis sueños y recuerdos conmigo, en mi memoria.
 
Uno podría decir que Samos es la jaula más bonita del mundo. Es una isla encantadora, el tiempo es precioso. Pero solo para los turistas. Para nosotros Samos es un centro de detención.
 
Ojalá la gente lo entendiera: nadie abandona su país por un vaso de jugo y unas galletas.
 
Vamos a estar varados aquí meses. No puedo regresar, pero tampoco puedo seguir adelante. Todo lo que puedo hacer es esperar, pero ¿qué espero?
 
Acabo de pasar de un exilio a otro. Sueño con reunirme con mi familia un día. Estoy cansado de correr todo el tiempo."
 

LEER MÁS

 

A un año del acuerdo UE-Turquía, los migrantes y solicitantes de asilo pagan un alto precio con su salud

 

3 de abril de 2017

Compartir

Conoce más

Relacionado
Relacionado
Relacionado
Relacionado