Tras los combates y las órdenes de evacuación del grupo Movimiento 23 de Marzo/Alianza Fleuve Congo (M23/AFC), miles de personas han abandonado los campos para desplazados en Goma, República Democrática del Congo (RDC). Como respuesta a esta situación, desde Médicos Sin Fronteras (MSF) adaptamos nuestro enfoque desplegando clínicas móviles para apoyar a las personas que están de nuevo en movimiento. Las numerosas personas que regresan a sus lugares de origen de los que habían huido anteriormente se enfrentan a condiciones inciertas y peligrosas.
El paisaje de Goma, la capital de la provincia de Kivu Norte, ha cambiado drásticamente en apenas unas semanas. Antes de que el M23/AFC tomara la ciudad a finales de enero, Goma albergaba a unas 650,000 personas desplazadas, la mayoría vivía en asentamientos improvisados en las afueras de la ciudad, y albergaba a dos millones de residentes.

Algunos campos comenzaron a vaciarse a medida que los enfrentamientos se intensificaban a finales de enero, y prácticamente todos fueron abandonados después de que las nuevas autoridades de facto ordenaran a la gente regresar a sus lugares de origen.
Aunque algunas personas desplazadas optaron por quedarse cerca de Goma, la mayoría se fue al norte o al oeste hacia territorios vecinos, sin saber qué les esperaba allí. En cuestión de días, aparecieron filas interminables de hombres, mujeres, niñas y niños en las carreteras, que llevaban lo poco que podían e iban a pie, en motocicleta o en minibús compartido. Algunos pacientes nos dijeron que a veces caminaban durante días sin comida ni agua.
“Ante estos movimientos masivos, desplegamos equipos a lo largo de las rutas de regreso para evaluar las instalaciones médicas que se verían desbordadas por esta repentina afluencia de pacientes”, explica Anthony Kergosien, responsable de las actividades móviles de MSF en Goma.
“En todas partes encontramos la misma realidad: instalaciones médicas que ya eran apenas funcionales antes de la crisis fueron abandonadas o, en el peor de los casos, destruidas o saqueadas. Ahora se espera que estas instalaciones puedan hacer frente a la situación, y existe el riesgo de que enfermedades como el cólera, el Mpox o el sarampión, presentes en los campos, se propaguen”, concluye.

A partir de las primeras evaluaciones, los equipos de MSF comenzaron a proporcionar equipos, medicamentos y personal a más centros de salud en los territorios de Nyiragongo y Masisi. Los equipos también instalaron clínicas móviles en zonas de difícil acceso para brindar atención médica gratuita a las personas que regresaban y a las que estaban de paso.
Una necesidad urgente por mejorar las condiciones de las personas que regresan
Una de las instalaciones que MSF apoya en esta respuesta de emergencia es el centro de salud de referencia de Sake, una pequeña ciudad situada a 25 kilómetros al oeste de Goma.
Sake ha sido escenario de intensos enfrentamientos en los últimos años debido a su ubicación estratégica. La ciudad sirve como cruce de caminos crítico para las personas que viajan a la ciudad de Masisi, al oeste, a Kitchanga, al norte, y más al sur, a Minova y Kivu Sur.
“Los habitantes vuelven a Sake y la ciudad es el único punto de cruce para quienes regresan al territorio Masisi o a Kivu Sur después de abandonar los campos de Goma”, explica Kergosien. “Por eso decidimos realizar reparaciones de emergencia en el centro de salud, que había resultado gravemente dañado durante los recientes combates. También reconstruimos la unidad de tratamiento del cólera, que actualmente trata a unos 20 pacientes al día. Ahora, en el centro de salud se realizan casi 200 consultas diarias, principalmente por infecciones respiratorias y enfermedades diarreicas. Pero también estamos viendo casos de Mpox y a pacientes que buscan atención médica después de sufrir violencia sexual”.
Desde Sake, nuestros equipos pusieron en marcha servicios médicos móviles y han apoyado a otros centros de salud a lo largo de las carreteras de montaña. El acceso a la atención médica gratuita es crucial para las personas que regresan de los campos de desplazados, que ahora se encuentran en una situación de extrema vulnerabilidad, a menudo sin dinero, sin cosechas y, en algunos casos, sin siquiera herramientas para cultivarlas.
“Hace una semana que estoy de vuelta en Kabati. Es un lugar tranquilo, pero el hambre es un problema real”, dice Bigirimana, que pasó dos años en el campo de Bulengo antes de regresar a casa. “Necesitamos medicamentos. La mayoría de nosotros estamos enfermos; hay muchos casos de diarrea, especialmente entre los niños y niñas”.

“Los riesgos asociados a la inseguridad alimentaria son graves”, afirma Kergosien. “Por eso reestablecimos varias unidades de nutrición terapéutica. Además, nos enfrentamos a la amenaza de epidemias que se han concentrado en los alrededores de Goma. Existe una necesidad urgente de mejorar las condiciones de vida y el acceso a los servicios esenciales en las zonas de retorno, así como de aumentar la ayuda humanitaria. Lamentablemente, muy pocas organizaciones operan actualmente en estas zonas”.
Al 26 de febrero, nuestros equipos móviles de emergencia brindaban apoyo a los centros de salud en las zonas remotas de Buhumba, Kilolirwe, Sake, Kingi, Luhonga y Makombo.
Paralelamente a estas actividades, seguimos proporcionando atención en varios centros de salud y hospitales de Kivu Norte, así como a las personas heridas en los hospitales de Kyeshero y Virunga. También brindamos apoyo en varios centros de Goma con atención médica básica, tratamiento de la desnutrición y el cólera, y atención a sobrevivientes de violencia sexual.
