Después de trabajar con Médicos Sin Fronteras (MSF) en Sudán del Sur y en el Mediterráneo, la enfermera alemana Heidi Anguria ahora está en Bangladesh. Desde el interior del campamento de refugiados Kutupalong, hogar de miles de rohingya, comparte en este blog y describe cómo conoció a nuevas personas, vivió experiencias únicas y grandes desafíos.
Es viernes, que para nosotros es como domingo, y tiempo para un primer informe.
Hay mucho que decir, pero primero ofreceré el contexto de mi nuevo hogar para esta misión: Bangladesh.
Anteriormente conocido como Pakistán Oriental, Bangladesh ha sido independiente desde 1971. Los estados vecinos son India y Myanmar, y el país se encuentra en el Golfo de Bengala. El Delta del Ganges, que abarca el sur de Bangladesh, alberga el río y el bosque de manglares más grandes del mundo.
Pero no todo son superlativos: con aproximadamente 165 millones de habitantes, Bangladesh es uno de los países más poblados del mundo. Sólo en la capital, Dhaka, viven diecinueve millones de personas.
Bangladesh es un país con economía en ascenso. Las exportaciones de textiles son enormes. El país es el tercer mayor exportador de ropa a Europa.
Llegando a Dhaka: ¡grande, ruidoso y colorido!

¿Hasta aquí todo bien? Entonces comencemos: el martes después de la Pascua, fui de Hamburgo a Ámsterdam. Allí, llegó mi predecesor, porque desafortunadamente no pudo esperarme en Bangladesh.
Tres días después, viajé de Dubai a Dhanka. Mi primera impresión: una ciudad grande y ruidosa.
La mañana del sábado, compramos ropa para seguir la vestimenta tradicional. Las mujeres usan pantalones y una blusa larga que llega hasta la mitad de la parte inferior de la pierna y cubre las tres cuartas partes de los brazos. En la parte superior, el hiyab.
Desde que lo vi, me fascinó. Es muy cómodo y hay grandes patrones de colores. Sin embargo, a 36 grados, llevar el hiyab es caluroso.

Por la tarde, volé al sur hacia Cox's Bazar y a la oficina de coordinación de emergencias de MSF. Después de asistir a una primera reunión de vacunación, finalmente me dirigía a mi misión, la pequeña ciudad de Ukhiya.
El camino nos llevó a lo largo del mar, la Bahía de Bengala. Después de todos los años de sequía que pasé en Sudán del Sur, todo me parece muy verde: palmeras, árboles de mango, bambú, campos de arroz y más.
El tráfico es muy caótico en todas partes. El medio de transporte más común son los bicitaxis o motocarros propulsados por baterías o gasolina. Parece que hay millones de ellos.
Vivo en la casa más pequeña de las dos que MSF tiene aquí. Me gusta mucho, somos 16 y tenemos un gran jardín. Vivimos bastante cómodos. Sin embargo, tenemos que compartir las habitaciones y me falta un poco de privacidad.
800,000 personas han buscado refugio aquí
Ahora hablaré sobre nuestro proyecto: en agosto de 2017, comenzó un éxodo masivo de roginhyas desde Myanmar a Bangladeh. Puedo ver la región fronteriza montañosa a la distancia, está a solo unos seis kilómetros de aquí.
Los rohingya son una minoría musulmana de Myanmar. Nacieron allí, pero nunca fueron reconocidos como ciudadanos. Como resultado, no tienen plenos derechos. Lo cual, afecta el acceso a la educación, al mercado laboral y a la atención médica.
Ahora, en Bangladesh, no tienen oportunidad de trabajar. Viven en un campamento en asentamientos informales, frágiles, sin iluminación adecuada, carreteras o servicios de saneamiento. Sin embargo, sí reciben atención médica de parte de MSF y otras organizaciones.
Alrededor de 800,000 personas viven en el campamento. Nadie sabe cuándo podrán regresar a Myanmar.

Donde el calor te hace olvidar el ruido y el polvo
Los dos campos en Balukhali y Kutupalong, que se han fusionado en un mega campo, parecen una gran ciudad. Las tiendas se pueden ver hasta donde alcanza la vista e incluso más. Es un terreno montañoso y a veces hay subidas muy empinadas.
Cuando las personas llegan a Bangladesh, permanecen en un campamento de tránsito durante aproximadamente una semana. Ahí son registrados y reciben un suministro inicial que consiste en latas de agua, jabón, ollas y mantas. Después de ser asignados en un lugar del campamento, también reciben material y herramientas para construir sus casas. El cual, se compone principalmente de bambú, láminas de plástico y arcilla.
Es muy difícil describir cuán pequeño es todo, cuán pobre y sobrepoblado está. El ruido, el polvo, el bullicio y las pocas cosas con las que llegan. Sin embargo, todos son muy amables. Puedo decir lo mismo de los habitantes de Bangladesh, todo nuestro personal es amable y está motivado.
¡Trabajamos neutralmente!
Junto a cada campamento, MSF administra un hospital que está abierto no solo para rohingya sino también para los bangladesíes. La neutralidad es una política importante en nuestro trabajo. Lo cual, significa que ayudamos a todas las personas que lo necesitan, independientemente de sus afiliaciones políticas, étnicas o religiosas. En total, administramos cinco clínicas, tres centros de salud y 15 clínicas donde tratamos enfermedades comunes.
¿Y cuál es mi trabajo? Soy responsable de la vacunación.
Esto incluye cuatro áreas principales: primero, vacunar a todas las personas que llegan al campamento de tránsito. En segundo lugar, implementar el calendario de vacunación regular. Tercero, identificar a las personas que han tenido contacto con casos de difteria, ya que hubo un brote de difteria a principios de año. Y cuarto, apoyar campañas de vacunación, como la vacuna contra el cólera de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Todavía tratando de todo, pero sólo he estado aquí cinco días.
Hasta ahora, he tratado de obtener mis primeras impresiones de todo y he caminado mucho. Como resultado, tengo ampollas y heridas abiertas en ambos pies. Por supuesto, eso me limita y espero que termine pronto.
Afortunadamente hoy es el día libre – tu viernes, es mi domingo – y mis pies pueden descansar.
Les contaré más sobre mi trabajo la próxima vez …