Más allá de las imágenes de desolación y desesperanza: las necesidades de salud mental en Siria

Camilo García es un psicólogo de MSF que, además de trabajar en Siria, colaboró con la organización en su respuesta ante la emergencia provocada tras los sismos en México en septiembre de 2017.

Camilo García es un psicólogo mexicano de MSF que, además de trabajar en Siria, colaboró con la organización en su respuesta ante la emergencia provocada tras los sismos en México en septiembre de 2017.
 
Gran parte de lo que leemos y escuchamos sobre Siria nos lleva a imaginar un escenario de desolación y desesperanza. Miles de historias se desarrollan todos los días entre quienes combaten, escapan, se convierten en víctimas; y algunos más que permanecen en medio de todo, confundidos, vulnerables y desprotegidos. En Siria, las personas se juegan la vida todos los días. Nos demuestran que sin importar lo difícil que sean las circunstancias, siempre habrá lugar para hacer que florezca la naturaleza humana. 
 
Rahaf estaba sorprendida por lo que estaba frente a sus ojos. Un estuche de acuarelas estaba en el centro de la mesa de trabajo. Se quedó quieta y tranquila, observando; podías ver que varias imágenes pasaban a través de sus ojos. 
 
_¿Quieres intentarlo?
–No sé cómo dibujar.
–No tienes que saber cómo hacerlo, sólo tienes que intentarlo. ¿Te gustaría probar?
 
El pincel comenzó a fluir entre su mano y el papel; tenía que ser cuidadosa porque había perdido la movilidad de su mano. Escogió el rojo para el primer dedo, siguió con el naranja, el amarillo, verde y azul para el final. Al terminar podía ver los colores del arcoíris expresados en el papel y permaneció en silencio. 
 
Antes de su llegada al hospital, trabajaba en una granja. Su vestido era gris, el pañuelo que cubría su cabeza era negro y sus zapatos oscuros. En su pueblo no se permitía el uso de colores en la vestimenta o en otros elementos, pero nunca dejó de mirar las flores que crecían en los arbustos.
 
–¿Quieres intentarlo otra vez?
–Sí, quiero dibujar una flor, pero no sé cómo hacerlo. 
 
Dibujamos una flor para ella, nos sonrió y usó todos los colores posibles. Quería otro dibujo, y después otro más. Estaba disfrutando los colores de la misma forma en que hubiera disfrutado un platillo delicioso o escuchar un hermoso concierto. Después nos dimos cuenta que estaba reencontrándose con los colores. 
 
Durante la batalla para retomar su ciudad de las manos de ISIS, Rahaf resultó lastimada y fue llevada al hospital con múltiples heridas. Después de la primera intervención quirúrgica, los médicos reportaron que lloraba todos los días, tenía pesadillas. Estaba experimentando una y otra vez los ataques aéreos y el miedo de encontrarse sola de nuevo, herida y con las manos pintadas de rojo por su propia sangre; el rojo fue el primer color que recordó tras este periodo de abstinencia de los colores. Incluimos las acuarelas en todas las sesiones, y día tras día comenzó a mejorar su estado de ánimo y sus interacciones con otras personas. Se recuperó de más de 4 intervenciones quirúrgicas con un mejor ánimo y con la convicción de que tenía una nueva oportunidad de comenzar otra vez, sin miedo. Para Rahaf, reencontrarse con los colores fue crucial para mejorar su bienestar general. 
 
Con 12 años ha pasado un tercio de su vida bajo la prohibición de los colores, pero eso nunca evitó que disfrutara del reflejo de la puesta de sol en las flores de la maleza, incluso en las flores que se veían cafés. 
 
 
Nos encontramos con Khasem en un campo de desplazados. Este niño de 10 años no estaba enfermo, pero vio un colorido conjunto de juguetes dentro de nuestros consultorios, así que se las ingenió para venir y jugar con nosotros. El primer día vimos cómo organizaba a los demás y compartía su propio auto de juguete con otro niño que se había quedado sin uno. Lo invitamos a jugar a la semana siguiente… pero regresó al otro día a primera hora.  
 
Mientras jugaba con algunos muñecos y con plastilina, nos contó lo enojado que estaba con los combatientes de ISIS porque habían cerrado todas las escuelas y encarcelado a quienes intentaban abrir una nueva. “No les gustaba que jugáramos. Cuando nos veían en el patio de juegos, venían y nos perseguían…nunca me atraparon. Siempre fui más rápido que ellos, pero muchas veces vi cómo alcanzaron a mis amigos y los golpeaban. Cuando eso pasaba, les lanzaba piedras desde la distancia, intentando que liberaran a mis amigos.”
 
Kashem lleva varios meses desplazado de su hogar. Perdió a su padre y a una de sus hermanas durante un ataque aéreo. Su viaje parece no tener fin, pero a pesar de todo, sueña con convertirse en doctor. En la siguiente sesión, eligió unos soldados, aviones y tanques de plástico para jugar con ellos; estos juegos permiten que los niños expresen sus preocupaciones sobre la guerra e incluso exploren las posibles situaciones que les hacen sentir miedo o inseguridad. Normalmente construyen una fortaleza y hacen que los soldados de juguete se enfrenten. Les preguntamos:
 
–¿Contra quién están luchando?
– Los enemigos – esa es la respuesta más común. 
–¿Cómo saben quién es el enemigo?
 
A veces no saben o responden que el enemigo es el que destruyó su pueblo o asesinó a uno de sus familiares. 
 
Khasem se colocó dentro del tanque y uno a uno, comenzó a vencer a los soldados en el área, ¡estaba logrando su esperada venganza! Después de todo, le han quitado muchas cosas, algunos dirían que le han quitado todos sus sueños e incluso, su niñez. Al final de esa sesión todos los soldados estaban en el suelo, así que le sugerimos:
 
–Sé que son los enemigos, pero también están heridos. También sienten y están necesitados, ¿qué debemos hacer con ellos?
–Los curaremos – respondió inmediatamente. 
–¡Pero son enemigos! Tú nos dijiste eso – le contestamos estratégicamente. 
–Sí, pero tenemos que ser mejores que ellos y también tenemos que actuar mejor…
 
Durante 7 de sus 10 años de vida ha sido testigo de la violencia y la guerra; ha vivido desplazado un tercio de su vida. Y a pesar de esto estaba con nosotros, curando a los enemigos, salvando sus vidas, estaba siendo mejor que ellos. 
 
Estamos orgullosos de trabajar con personas como Khasem y Rahaf. Los servicios de salud mental no son sólo para ofrecer contención, gestión de la ansiedad y del trauma o para escuchar terribles historias; también son una forma de invertir en el futuro; invertir en personas que harán una diferencia en sus vidas y en la de muchos otros. Son una forma de reconocer, fortalecer y reincorporar esas capacidades que parecen perderse durante catástrofes. Después de salvar vidas, podemos seguir con la preservación de las mismas. 
 
En el noreste de Siria, los servicios de salud mental de MSF atienden a un promedio de 43 pacientes a la semana en los campos para personas desplazadas; atienden a adultos, niños y familias. MSF también interviene con atención hospitalaria vital y servicios de atención médica primaria en dos clínicas y campos para desplazados. 
 

17 de enero de 2018

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