Mediterráneo: “Realmente nos preocupa que las mujeres estén siendo traficadas”

Testimonio de Mark Farrell se unió hace poco al equipo de MSF a bordo del Aquarius, un barco de búsqueda y rescate gestionado por MSF en colaboración con SOS Méditerranée.

Mark Farrell se unió hace poco al equipo de Médicos Sin Fronteras (MSF) a bordo del Aquarius, un barco de búsqueda y rescate gestionado por MSF en colaboración con SOS Méditerranée. En este texto, él describe el trabajo que realiza su equipo en el mar Mediterráneo.

“Es una locura pensar en todas las personas que se encuentran en el mar en este momento.

Escribo esto mientras estoy en la cubierta del Aquarius, mirando el mar.

Acabo de escuchar que hoy, entre nosotros, otra ONG y la Guardia Costera Italiana rescatamos a 800 personas. 800 personas, a pesar de que es invierno y todos pensaron que la cantidad de viajes a través de esta ruta disminuiría.

El clima ha sido horrible, pero hoy fue un buen día con luna llena, así que probablemente zarparon más botes de Libia. Nosotros encontramos a 800 personas. ¿Cuántas más no fueron rescatadas y siguen allí en el mar?

Normalmente alguien en estos botes llamará al Centro de Coordinación de Salvamento Marítimo Italiano (MRCC) que se encuentra en Roma, con un teléfono que nunca encontraremos porque se cayó al mar. También suele suceder que un traficante los acompaña durante una parte del viaje y después realiza la llamada que nos permite recibir las coordenadas de la ubicación del bote.

A veces no hay ninguna llamada y nosotros, desde la cubierta de nuestro barco, vemos estos pequeños botes, llenos de personas; o son captados por nuestro radar.

En las dos operaciones que he asistido desde que llegué,r escatamos a los botes el mismo día que salieron de la costa, normalmente hacemos eso. Tenemos que hacerlo, porque si no, disminuyen las posibilidades de que logren sobrevivir la noche.

Este movimiento de personas me impacta mucho más en el Mediterráneo que en Etiopía, en comparación con la limitada exposición que tuve con la migración durante mi trabajo con MSF en el norte de ese país. Por supuesto, en Etiopía la gente viaja prácticamente con las manos vacías, pero al menos están en tierra firme.

Me es más fácil comprender el movimiento de personas en Etiopía que comprender la idea de personas flotando en este enorme mar, muchas veces sin chalecos salvavidas y con los bolsillos vacíos. Un rescatista me contó que el verano pasado rescató a un hombre que viajaba desnudo. Al parecer no es algo tan fuera de lo común.

Cuando encontramos a los botes zarandeándose en el mar, el equipo de rescate lanza botes inflables de casco rígido al agua que aceleran para llegar hasta estas personas.

Al acercarse, el equipo debe mantener la calma para evitar que los viajeros entren en pánico. Frecuentemente las personas caen al agua o brincan para poder llegar más rápido a los botes de rescate. Esto puede crear una situación muy peligrosa

Los refugiados son llevados al Aquarius -un barco de 1977,77 metros cuadrados- en donde nuestro equipo realiza un triaje para poder saber quiénes tienen algún problema médico. Después los registramos y  les damos “kits de rescate” que son bolsas con un pantalón, una playera, una manta, calcetines, un gorro para invierno, una toalla, una botella de agua y una gran caja de galletas altas en calorías.

Los casos médicos severos son atendidos inmediatamente en nuestra clínica, y se hace una lista de los casos menos severos a los que es necesario dar seguimiento una vez que todos estén a bordo. Cuando nuestros huéspedes se cambian de ropa, les servimos un té dulce y caliente y, si lo necesitan, les damos bolsas para domir y cualquier otra cosa adicional que les permita entrar en calor.

Si hay fallecidos, colocamos sus cuerpos en bolsas para cadáveres que llevamos a nuestra morgue, un contenedor rojo en la proa del Aquarius.

El MRCC coordina nuestros movimientos. Podemos transferir a nuestros huéspedes a otro barco o recibir una transferencia de personas rescatadas. Cuándo y dónde desembarcamos depende de varios factores como la cantidad de personas que llevamos a bordo, el tiempo que han estado en el barco y la capacidad de los puertos italianos para recibir refugiados.

Mientras están a bordo del Aquarius nuestros huéspedes reciben dos comidas al día, una de ellas caliente. También les damos algunos bocadillos, agua, té, artículos de higiene y, más importante, proporcionamos atención médica y asesoramiento a quienes se encuentran en una situación especialmente vulnerable. En general, hacemos todo lo posible para ayudar a las personas que están bajo nuestro cuidado.

Existe una dinámica para que se proporcionen vías seguras. La imperativa es salvar vidas y honrar los derechos humanos, pero es una cuestión muy compleja en este lugar.

De las 35 personas que rescatamos ayer, 10 eran mujeres. El marido de una de ellas estaba a bordo del barco, pero las demás eran jóvenes y estaban totalmente solas. Realmente nos preocupa que las mujeres estén siendo traficadas.

Los riesgos especialmente horribles que les esperan son obvios. Hay numerosos testimonios de mujeres refugiadas que son explotadas sexualmente a lo largo de la ruta migratoria y en sus países de origen. Y la horrible realidad de la que están escapando probablemente será la misma que encontrarán en Europa.

Tenemos a un Oficial de Asuntos Humanitarios y a un mediador cultural a bordo del Aquarius. Junto al equipo médico, hablan con las mujeres rescatadas en caso de que ellas quieran compartir sus experiencias y les ofrecen recursos para salir de la red de tráfico.

Es claro lo increíblemente importante que es esta labor, que nos permite estar con las personas más vulnerables y ofrecerles protección y asesoría. Cuando llegamos a la costa, referimos a los huéspedes más vulnerables directamente con las agencias que se enfocan en la protección de estas personas. Esto pasa también con la gran cantidad de menores sin acompañante (chicos de menos de 18 años), y con las víctimas de tortura.

La gravedad de la situación es impactante. Estas personas hubieran muerto de no ser por los barcos de rescate como el nuestro.

Las personas rescatadas son enviadas al mar en una situación desesperada y sin el equipo necesario para realizar el viaje; son engañados por los traficantes o, en otros casos, están conscientes de la gran cantidad de riesgos que conlleva el viaje pero no tienen otras opciones para conseguir refugio debido a las erróneas (o al menos complejas) políticas migratorias. Esto se agrega a que huyen de las amenazas a sus vidas y a la desesperanza en sus países de origen.

Cuando miras esos endebles y hacinados botes en el masivo mar, una cosa está clara: las consecuencias de todas estas situaciones cobran vidas. Muchas, muchas vidas. Alrededor de 5,000 personas en 2016 de acuerdo con las Naciones Unidas [1], o una de cada 73 personas que intentó cruzar el mar el año pasado. [2]

Una de cada 73 personas. Pienso mucho en este número. Me imagino a mí mismo caminando en alguna calle de Nueva York, la ciudad de donde vengo, sabiendo que una persona de las que caminan conmigo en esa calle no sobrevivirá.”

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Crisis de refugiados en Europa

25 de febrero de 2017

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