A las 4:17 am del lunes 6 de febrero, Mohammad* y su familia se despertaron asustados por el primero de los dos terremotos masivos que sacudieron gran parte del noroeste de Siria y el sur de Turquía.
“Cuando el terremoto sacudió todos los edificios, mi esposa y yo agarramos a nuestros hijos y corrimos al patio de la escuela”, explica Mohammad. “Nos quedamos allí bajo la lluvia, horrorizados por la devastación que podíamos ver a nuestro alrededor. Los edificios se habían derrumbado y las personas estaban atrapadas en el interior. La situación era trágica”.
Mohammad y su familia vivían en una escuela en Azmarin, en la provincia de Idlib, en el norte de Siria, después de haber sido desplazados de su hogar en Jabal Al Zawiya, a unos 70 km de distancia.
Los terremotos provocaron una gran devastación, causaron miles de muertes y personas heridas, y dejaron a muchas más sin refugio, alimentos y artículos de primera necesidad. La catástrofe agravó una situación humanitaria ya de por sí desesperada.

Más de 180,000 personas han sido desplazadas por el terremoto, y se suman a los dos millones de personas que ya viven en circunstancias difíciles y precarias después de haber sido desplazadas repetidamente durante 12 años de guerra.
Después de horas bajo la fría lluvia, Mohammad y su familia encontraron refugio bajo unos olivos. Dos días después, todavía conmocionados por lo sucedido, salieron a la carretera en busca de refugio, junto con otras personas que quedaron sin hogar por el terremoto.
“Seguimos avanzando hasta que llegamos a este centro de recepción”, explica Mohammad. “Nos ayudaron y nos acogieron”.
Clínicas móviles y artículos de primera necesidad
Los equipos de Médicos Sin Fronteras (MSF) están respondiendo a las necesidades médicas y humanitarias de la población como consecuencia del desastre. Inicialmente, se centraron en reforzar la capacidad de respuesta ante emergencias de los equipos médicos locales y en la donación de medicamentos esenciales y suministros médicos a los centros de salud y equipos de rescate.

Actualmente MSF ampliamos nuestras actividades en el noroeste de Siria, donde gestionamos cuatro clínicas móviles y distribuimos artículos de emergencia, como colchonetas, artículos de higiene, material de limpieza y utensilios de cocina.
En Idlib, nuestros equipos han brindado 5,667 consultas médicas y distribuido cerca de 31,000 artículos de ayuda hasta el momento. En las clínicas móviles, el equipo médico trata heridas, brinda atención médica general y para enfermedades crónicas, proporciona servicios de salud sexual y reproductiva, apoyo en salud mental y vacunas para niñas y niños.
“El terremoto empeoró la situación de la población en el noroeste de Siria, que vive hacinada y en condiciones inadecuadas, con un acceso limitado a la atención médica”, afirma el Dr. Ziad Marzouk, especialista en enfermedades crónicas y miembro del equipo de clínicas móviles de MSF. “Las clínicas móviles están proporcionando atención médica esencial a quienes más la necesitan”.
Urge más ayuda en el noroeste de Siria
Los terremotos han visibilizado la urgente necesidad de ayuda humanitaria en el noroeste de Siria y han dejado al descubierto una crisis olvidada en la región. A pesar de la ayuda que ha llegado a algunas zonas en los últimos días, hay una enorme necesidad insatisfecha de refugio, agua potable, lavabos y equipos de calefacción.
Las personas tampoco pueden acceder a la atención médica en un momento en que el desastre ha dejado un enorme impacto psicológico en el bienestar de las personas.
“Es importante que la respuesta humanitaria no disminuya a pocas semanas tras el terremoto, sino que se fortalezca y aumente”, afirma Yasser Kamaledin, jefe de misión de MSF en Siria. “El terremoto ha planteado nuevos desafíos en la capacidad de las personas para acceder a las necesidades básicas, incluyendo la atención médica. Hasta ahora, en las dos semanas posteriores al terremoto, la ayuda humanitaria que llega al noroeste de Siria ha sido demasiado escasa y lenta. La ayuda internacional debe incrementarse con urgencia para preservar la vida y la dignidad de las personas que viven en las zonas afectadas”.
Como muchos otros, Mohammad y su familia luchan por resistir las frías noches de invierno sin colchones para dormir ni electricidad que les proporcione luz y calor.
“Durante la guerra, sin saber qué pasaría, dejamos nuestras casas pensando que volveríamos en unos días”, dice Mohammad. “En lugar de eso, terminamos sin nada. Ahora, después del terremoto, ha sucedido lo mismo. La gente intenta ayudarse como puede, pero necesitamos al menos colchones para dormir y luz porque no hay electricidad. Todas las familias de aquí se han quedado sin nada”.
*El nombre ha sido modificado para preservar la identidad de la persona.