El equipo de MSF en Kivú del Sur, en República Democrática del Congo, se enfrentó hace poco a un brote de sarampión en Mulungo, un área remota en la turbulenta provincia del este de RDC, y vacunó a 4,165 niños. El sarampión regresó de forma preocupante y hay alertas de brotes en diferentes partes del país.
“Tenía miedo,” dice Sarah Lutz-Simon, líder del equipo de emergencias de Médicos Sin Fronteras en Kivú del Sur, República Democrática del Congo (RDC).
Este equipo se enfrentó hace poco a un brote de sarampión en Mulungo, un área remota en la turbulenta provincia del este de RDC, y vacunó a 4,165 niños. El sarampión regresó de forma preocupante y hay alertas de brotes en diferentes partes del país.
“Cuando llegamos al centro de salud vimos habían reunido a todos los niños enfermos en un cuarto que estaba a oscuras. Probablemente había alrededor de 40 niños, la imagen era difícil de asimilar: estaban enfermos, tenían los ojos rojos, escurrimiento nasal y sarpullido en la piel…tenía miedo. Yo fui parte del primer equipo que llegó al área y no sabíamos a cuántos casos nos estábamos enfrentando. Fuimos alertados de que había 10 personas enfermas a medidados de diciembre, y lo que estábamos viendo indicaba un rápido incremento de casos,” explica Sarah.
No hay tratamiento antiviral para el sarampión, así que el personal médico se enfoca en prevenir la deshidratación de los pacientes, monitorear su temperatura y atender cualquier complicación que se pueda presentar, incluyendo infecciones de los ojos y el oído, por ejemplo.

Uno de los mayores desafíos a los que se enfrentan los equipos de emergencias al lidiar con este tipo de situaciones es el terreno del área en la que trabajarán. “Para ir de Bukavu (la capital de Kivu del Sur) a Bisisi, tuvimos que realizar un camino de dos días en auto, y de ahí tuvimos que caminar durante unas cinco horas para llegar a Idunga. Y esa fue la parte fácil. Algunos de los equipos tuvieron que caminar tres días para poder llegar a otras áreas más remotas.”
Se utilizó un helicóptero para mantener la cadena de frío de las vacunas, ya que fue el método más seguro para hacerlo. Médicos Sin Fronteras contrató a cientos de habitantes en la región y, en colaboración con el Ministerio de Salud, también ayudaron con la vacunación — asegurando una cobertura del 94% de la población—. Al mismo tiempo, realizaron actividades de promoción de la salud y atendieron los casos más complicados.
Otro desafío de trabajar en Kivú del Sur fue el número de grupos armados en el área. El personal de Médicos Sin Fronteras habló con cada uno de los pequeños grupos establecidos en la región para obtener acceso a estas comunidades y poder vacunar a la población y atender a los enfermos. “La distancia geográfica y los obstáculos — montañas, ríos, falta de carreteras, la selva — no son los únicos obstáculos, la presencia de grupos armados también hace que el acceso a la atención médica en el área sea más difícil,” dice Sarah.

Esta intervención ha sido muy importante para Sarah. “El impacto fue inmediato Salvamos muchas vidas. Las personas estaban muy felices; también les preocupaba el brote y sólo habían recibido ayuda esporádicamente. Es muy satisfactorio ver cómo disminuye el número de personas enfermas tan poco tiempo después de haber realizado la campaña de vacunación.”
En total, 352 niños fueron atendidos y se registraron dos muertes, una fue el día que llegó MSF a Itanga. La otra fue el caso de un niño cuya familia recurrió a curanderos locales. Además del sarampión, los niños en el área de Mulungo también fueron vacunados contra el neumococo, hepatitis, difteria, tétanos y tos ferina. Fue una nueva combinación de antígenos utilizada por primera vez en la provincia.