Siria: “La vida en Raqqa era aterrorizante”

El Dr. Marwan trabajó con MSF en Tal Abyad, al norte de Siria. Después de rechazar una oferta laboral de los militantes del Estado Islámico de Irak y de Siria (ISIS), el sabía que su vida estaba en peligro y tomó la difícil decisión de huir hacia Europa. Esta es su historia.

El Dr. Marwan trabajó con MSF en Tal Abyad, al norte de Siria.
Después de rechazar una oferta laboral de los militantes del Estado Islámico de Irak y de Siria (ISIS), sabía que su vida estaba en peligro y tomó la difícil decisión de huir hacia Europa.
 

“Durante el día vivíamos con los bombardeos del gobierno y durante la noche, eran los bombardeos de la coalición."

Atención médica gratuita

"Yo, en Siria, era pediatra y estaba casado, con dos hijos. Vivíamos en Raqqa, que ahora es conocida como un bastión de ISIS. Tenía una clínica privada en un área pobre de la ciudad, además brindaba atención médica gratuita a los desplazados que habían llegado a este lugar desde Homs y Alepo.
 
Fue en ese entonces que escuché que MSF estaba realizando entrevistas laborales para una campaña de vacunación en Tal Abyad [a 100 km al norte Raqqa]. Después de dos días, me enteré de que había conseguido el trabajo.
 
Mientras tanto, distintos grupos de oposición se turnaban para controlar Raqqa: primero fue la FSA, luego Al Nusra, y para finales de 2013, ISIS apareció y estaba intentando adueñarse del área.
 
Entre abril y mayo de 2013, los enfrentamientos, bombardeos y tiroteos aleatorios se intensificaron. El Ejército Libre Sirio (FSA, por sus siglas en inglés) había ganado terreno en Raqqa, y la ciudad era bombardeada cada día por las fuerzas del gobierno.
 
 

Demasiado peligroso

Un día, estaba de pie junto a un vecino fuera de mi clínica cuando a él le dispararon frente a mis ojos.  Ese fue el momento en que decidí cerrar mi clínica, era demasiado peligroso. Una semana después, una bomba de barril impactó en una mezquita cercana y, al mismo tiempo, destruyó completamente mi clínica. Afortunadamente, no había nadie en el edificio en ese momento. 
 
Al principio, ISIS no se interesaba por el lado médico de la situación. Pero esa postura no duró demasiado. Después de un par de meses, ISIS decidió que necesitaba controlar los hospitales, clínicas y suministros médicos en Raqqa.
 
La gente comenzó a sentirse amenazada, la mayoría de las organizaciones internacionales se fueron de Raqqa y muchos médicos sirios huyeron del país.
 
Yo decidí abrir una clínica en mi hogar para brindar algo de ayuda. Como doctor, mi lema era “atiende a la gente, pero también intenta protegerte a ti mismo”.
 
No mucho tiempo después, los integrantes de ISIS comenzaron a llegar a mi casa en busca de tratamiento médico. No estaba cómodo con esto, pero estaba actuando de acuerdo a mi ética médica: tratar a todos los pacientes sin importar su raza, religión o afiliación política.
 
Pero la aparición de integrantes de ISIS frente a mi hogar era aterrorizante para mi familia y para mí. Llegaban en jeeps, haciendo mucho ruido y manejando demasiado rápido.
 

Asesinados por los bombardeos o por ISIS 

Después de un par de meses, cuando la coalición lideradada por Estados Unidos comenzó a bombardear a ISIS, llegaron en la noche y me obligaron a ir con ellos para que tratara a sus heridos. 
 
Mi familia estaba horrorizada pensando que yo no regresaría. En ese momento, pensé que sería asesinado por los bombardeos o por ISIS. 
Un día, ISIS vino a verme y me presionaron para unirme al hospital que controlaban en la ciudad. La mayoría de los doctores habían dejado Siria y ellos me necesitaban. Pero me negué. Como resultado, comencé a recibir amenazas.
No había ningún lugar para esconderme de ellos, ni siquiera las villas más pequeñas alrededor de Raqqa ni en la ciudad. Comencé a darme cuenta de que mi única alternativa era dejar Siria. Pensaba “prefiero irme en uno de esos botes de la muerte que arriesgarme a estar aquí”.
 
 
 

La vida se detuvo

La vida en Raqqa era atemorizante. Durante el día vivíamos con los bombardeos del gobierno y durante la noche, eran los bombardeos de la coalición. El ruido de los jets era tan alto que sonaban casi como un terremoto. Un amigo cercano fue asesinado por un bombardeo del gobierno.
Me di cuenta de que la vida se había detenido para mí, y que lo único que tenía que hacer era salvar a mi familia. Me preocupaba que en Siria mis hijos no tendrían una vida o una educación. Quería proteger mi vida para salvar la de mis hijos.
 
Comencé a planear mi partida. Iba a viajar a Turquía y de ahí tomaría el bote hacia Europa, para llegar a Holanda. Mi esposa estaba en el mes final de embarazo de nuestro tercer hijo. 
 
Estaba tan agotada por el embarazo que fue muy difícil para ella emprender el viaje. La idea, entonces, era que yo me fuera con un amigo y, cuando tuviera los papeles de migración, mi familia iría conmigo. 
 
Decidí dormir esa última noche con mis hijos. Aunque ellos no sabían que yo me iba, de alguna forma lo sentían. Desearía haberlos traído conmigo.
 

Botes que se hunden

Dejar Raqqa no fue fácil, con los enfrentamientos entre ISIS, guerrilleros kurdos, el frente Al Nusra y la FSA. Tuve que pasar por tres puntos de revisión entre Raqqa y Efreen, era como pasar por tres países diferentes.
 
Cuando llegué a Turquía, escuché que el gobierno estaba arrestando a las personas que iban hacia Izmir. Había una voz dentro de mí que esperaba que este viaje fallara y poder regresar a Siria. 
 
Cuando llegamos a Izmir, estaba muy hacinado. La gente estaba durmiendo en las calles y muriendo de hambre, eran personas que habían dado todo su dinero a los traficantes de personas pero no habían podido huir. 
 
Habíamos escuchado muchas historias sobre botes que se hundían. Mi amigo y yo fuimos a ver el mar. Era difícil no mirarlo, sobretodo sabiendo que podíamos ahogarnos ahí.
 
Cuando llegó la hora, subir al hacinado bote de caucho fue una decisión difícil. Algunas personas estaban rezando y otras estaban llorando, todos tienen diferentes formas de lidiar con el miedo. 
 

Mi familia está aterrorizada

Llegamos a la isla griega de Farmakonisi y al siguiente día nos llevaron a Leros. Viajamos de Grecia a Macedonia, y luego por Serbia. 
Para ese entonces, tenía siete días sin poder dormir bien. Mi sueño era encontrar una almohada sobre la que pudiera dormir, agua para ducharme y un teléfono para llamar a mi familia.
 
En Belgrado, finalmente logré conseguir una tarjeta local para poder llamar a mi casa. Hablé con mi esposa y mi hija, pero mi hijo se negó a hablar conmigo. Sintió que lo había abandonado. Eso me rompió el corazón. 
 
Desde Belgrado, caminamos a través de campos de maíz y luego pagamos 450 euros a un traficante para que nos trajera a Austria. Esa noche dormimos en un parque de Viena y, en la mañana, compramos boletos para ir a Amsterdam.
 
Mi esposa dio a luz en octubre, poco después de que llegué. Me envió una foto de mi bebé. 
 
Hablo a diario con mi familia, pero mi hijo aún se niega a contestar. Cada vez que hablo con mi hija, mi corazón empieza a latir como loco y no puedo calmarlo. Es bastante difícil escuchar los aviones al fondo, sabiendo que en cualquier minuto soltarán sus bombas, sabiendo que mi familia está aterrorizada y que yo estoy a cientos de kilómetros de distancia sin poder protegerlos.”
 
 
 
*Los nombres han sido cambiados para proteger la identidad de las personas. 
 

Un poema hecho por el Dr. Marwan.

En el exilio, en el tiempo de los sueños abandonados,
La lluvia cae en una tierra que ya no la necesita
Y las aves dejan de volar
Así se ven las cosas en un tiempo de “no pertencer”
Tan sólo soy un refugiado, con un mapa dibujado con pasos perdidos
Y el rostro de una tierra madre dibujado en humo de cigarrillo y manchado con sangre
 
(En inglés)
 
In exile
In the time of aborted dreams
Rain falls on land that no longer needs it
And birds stop flying.
This is how it looks in a time of unbelonging.
I’m a mere refugee, with a map drawn of lost footsteps
and the face of a motherland drawn in cigarette smoke and stained with blood.
 

 

4 de enero de 2016

Compartir

Conoce más

Relacionado
Relacionado
Relacionado
Relacionado