Nofouz está casado con Mahmoud, un hombre palestino de 74 años que sufrió daños cognitivos debido a un derrame cerebral. Posteriormente, fue golpeado por soldados israelíes en un puesto de control. Ahora está postrado en cama y cuidado por Nofouz, quien lucha con el peso de sus nuevas responsabilidades.
Nofouz está casado con Mahmoud, un hombre palestino de 74 años que sufrió daños cognitivos debido a un derrame cerebral. Posteriormente, fue golpeado por soldados israelíes en un puesto de control. Ahora está postrado en cama y cuidado por Nofouz, quien lucha con el peso de sus nuevas responsabilidades.
No estoy segura de por dónde empezar: la historia de mis hijos con la intifada, o cuando se llevaron a mi esposo o todo lo demás que sucedió. Solía vivir en Amán, pero luego me casé, vine aquí, a Hebrón, y tuve cuatro hijos y tres hijas. Todos mis hijos han pasado tiempo en la cárcel o en detención. El último fue liberado hace solo un año. Pasó 14 años consecutivos en prisión.
No estoy diciendo esto para quejarme de lo difícil que es la vida. Solo hablo como madre que lidia con el encarcelamiento de sus hijos y con todo lo demás. A pesar de que sufrimos dificultades con nuestros hijos en la cárcel, Mahmoud siempre estuvo bien, hasta que un día sufrió un derrame cerebral y sangrado en el cerebro. Recibió tratamiento pero hubo daño permanente. Podía comer, caminar y beber, pero su mente no estaba bien.
Un poco más tarde, uno de mis hijos se iba a casar y, por supuesto, quería que su padre estuviera en la boda. En la fiesta, los recuerdo riendo y hablando, pero cuando fueron a llevar té a su padre, no pudieron encontrarlo en ninguna parte. Hacía frío y llovía mucho, pero buscamos por todas partes. No pudimos encontrarlo.
Alguien nos dijo que habían visto a una persona caminando hacia el cementerio, donde están enterrados los padres de mi esposo. Lo buscamos allí, pero no pudimos encontrarlo. Luego, otros vecinos nos dijeron que algunos soldados habían arrestado a un anciano, se lo llevaron en un vehículo del ejército y lo soltaron en un pueblo cercano.
Mis hijos fueron al hospital y allí lo localizaron. Había sido golpeado brutalmente y no quería a nadie cerca. Pasó más de siete días en la unidad de cuidados intensivos. No podía caminar ni hablar. Ya no puede cuidar de sí mismo. Él necesita que yo lo cuide. He aprendido a ser paciente y soportar los momentos difíciles. Yo sólo me ocupo de él. Antes éramos marido y mujer. Ahora, me he vuelto como una madre cariñosa. Le doy su medicina, acaricio su rostro, le doy de comer y trato de animarlo, como lo haría con un niño pequeño.
Si no fuera por la misericordia de Allah, sería como mi esposo, o peor. La gente a mi alrededor habla y ríe, pero yo siempre estoy distante. Solo pienso en mí y en mi situación. Mi hijo le dice a su esposa: "Cuida a mi madre. Mi madre está más enferma que mi padre".
Mi marido solía decir: "¿tienes algo bueno para comer?" Si pudieras verlo ahora, no queda nada. Es un esqueleto.
Nunca había pensado en un psicólogo, pero hablar con uno me motiva a hablar desde mi corazón. El hecho de que alguien escuche me lo pone más fácil.
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